domingo, 20 de febrero de 2011

DE DIOSES Y HOMBRES

De dioses y hombres es una película dirigida por Xavier Beauvois que ha sido estrenada hace poco.

La película está basada en hechos reales, ocurridos en la década de los 90 y cuenta la historia de un grupo de monjes cistercienses que se encuentran en el monasterio de Atlas. Estos monjes se encuentran en una zona de Argelia donde un grupo islámico extremista asesina a un grupo de trabajadores extranjeros, y el pánico se apodera de toda la región, ya que hasta ellos mismos se encuentran bajo amenaza.

Aunque se puede pensar que la película es un poco lenta, yo creo que son necesarias todas estas explicaciones para vivir lo que aquellos monjes tuvieron que pasar. Ellos en un primer momento discutían que allí era donde el Señor les había llamado a predicar el evangelio, pero no bajo las condiciones que en aquellos momentos se les presentaba. Les pasaba como a muchos de nosotros nos pasa en el día a día, en el trabajo, en el estudio, con la familia,… cuando llegan las adversidades lo primero que hacemos es salir corriendo, que es lo que cualquier ser humano haría.

Poco a poco fueron viendo en sus situaciones de cada día que el Señor les invitaba a estar allí, a acompañar a las personas que les rodeaban, a seguir el camino que Él les había preparado, por muy cuesta arriba que nos parezca en un principio. Mucho ejemplo debemos tomar de ellos.
Las circunstancias que durante los demás meses vivieron, fueron de incertidumbre y miedo, pero el corazón del hombre solo no puede soportarlo, por ello se refugiaban en la oración. El primer día que se vieron amenazados por los islamistas fue el día de NAVIDAD, pero ellos continuaron celebrando esta fiesta junto al Señor. Y Él les continúo acompañando durante cada día de sus vidas.

Una frase que me marcó mucho, y que además de los sacerdotes, también podemos aplicárnoslo nosotros en nuestra vida y más en este año de la Jornada Mundial de la Juventud; fue aquella que le dijo uno de los habitantes a uno de los monjes y es la siguiente:


“Vosotros sois las ramas de los árboles y nosotros los pájaros que se posan en ellas; si las ramas se marchan, donde nos posaremos nosotros”.
Tamara

domingo, 13 de febrero de 2011

RESUMEN DE LA REUNIÓN INFORMATIVA DE LA JMJ

Como sabéis, ya queda menos para la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid el próximo mes de Agosto. Va a ser un momento privilegiado de gracia y encuentro con Cristo en la Iglesia, así que merece la pena empezar a prepararse desde ya. Por eso, en la parroquia se van a organizar unas reuniones mensuales para ir calentando motores y para que nos conozcamos todos y se vaya haciendo piña parroquial.


Este año, se nos presentan 2 formas distintas de vivir la Jornada: participando de las actividades que se proponen y colaborando en la acogida de los peregrinos que vengan de todo el mundo. Para poder disfrutar de estas 2 maneras de participar en el encuentro, desde la parroquia se nos aconseja que colaboremos en el voluntariado previo a la Jornada y en la parroquia, de manera que podamos disfrutar de las actividades con el Santo Padre como un peregrino más (si os apuntáis como voluntarios en la Jornada puede que no podáis estar presentes en las actividades con el Papa). Para ayudar a los jóvenes a conseguir esto, varias personas de otros grupos de la parroquia se han ofrecido para coordinar temas logísticos, etc, de forma que nosotros estemos libres para poder disfrutar de las actividades propuestas.

La JMJ consta de unos días previos en las diócesis, en las que habrá distintas actividades (conciertos, catequesis con obispos de todo el mundo, festivales…) y el encuentro con el Papa propiamente dicho: ceremonia de acogida en Cibeles (jueves 18 por la tarde), Via Crucis el viernes, Vigilia de oración en Cuatro Vientos el sábado y Eucaristía de clausura el domingo.

Las inscripciones ya se pueden recoger (y entregar) en la casa parroquial. Recordad que hay que rellenar el folio entero (en el que hay 2 inscripciones iguales). Aunque no hay fecha límite de inscripción, en la diócesis se va a proponer una (probablemente a primeros de julio), para poder mandar juntas todas nuestras inscripciones y así que nos asignen una zona más cercana. Después de la fecha que proponga la diócesis, os podéis seguir apuntando, pero se os asignará otra zona.

El precio de la inscripción varía según la modalidad que elijáis: fin de semana del encuentro sin comida ni alojamiento (45€) o toda la semana sin comida ni alojamiento (133€). Con la inscripción del fin de semana no se garantiza que se pueda entrar a las actividades de toda la semana. Los responsables se están informando de las actividades organizadas para la semana previa, y en las próximas reuniones nos informarán para que cada uno elija la modalidad que prefiera. Además, si entregáis la autorización antes del 30 de Marzo, tendréis un descuento del 5%. Para más información, la responsable de inscripciones es Arancha. Se están pensando ideas para sacar dinero para ayudarnos a pagar la inscripción. Esperamos vuestras sugerencias en la próxima reunión.

También se ha pensado hacer una camiseta para los días previos a la jornada. Si se os ocurre algún diseño o color interesante, los responsables son Patricia y Juancar.

Las edades límite para poder asistir a la jornada son entre 16 y 30 (pueden ir jóvenes de 14 y 15 años si van dentro de un grupo).

Recordad que estamos haciendo historia, y se tiene que enterar todo el mundo, así que avisad de esto a vuestros amigos, compañeros, ponedlo en el Facebook, en el tablón del instituto, etc, etc

¡¡Estos días pueden cambiar la vida de muchos!!

La próxima reunión para preparar la JMJ será el sábado 5 de Marzo a las 18.00 en la casa parroquial.

lunes, 7 de febrero de 2011

NACIDO DE MARIA: VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE (de las catequesis preparatorias para la JMJ)

1. La respuesta tiene un nombre

La respuesta personal que Dios ha ofrecido humanamente a nuestra sed de infinito, su propio Hijo, supera todos nuestros deseos. Es absolutamente sobreabundante. Y, sin embargo, dicha respuesta es lo más concreto que existe, tiene hasta un nombre preciso: Jesús.
La respuesta de Dios al hombre es una Persona: su Hijo Jesús. Es importantísimo que no pasemos por alto esta afirmación: Dios no ha querido respondernos dictándonos unos principios doctrinales o enseñándonos un camino moral para que pudiésemos recorrerlo. Dios nos ha respondido enviando a su Hijo.
Por eso la tarea de la vida es la amistad con Jesús, conocerle y amarle. Convivir con Jesús es el modo para que nuestro corazón sacie permanentemente su sed. Es impresionante que el Evangelio describa la primera intención de Jesús al elegir a sus amigos más directos, los doce, con estas palabras: «instituyó doce para que estuvieran con él» (Mc 3, 14). Estar con Cristo: esta es la respuesta, este es el camino, esto es ser cristiano. Y esto, atención, es el contenido de la vida: porque la vida se nos ha dado para que nuestro corazón se sacie, para que seamos felices.

2. El asombro ante Dios hecho hombre

Jesús, lo hemos visto, es la respuesta de Dios que sale humanamente a nuestro encuentro. Quizá estemos demasiado acostumbrados a escuchar estas palabras como para volver a conmovernos con lo que anuncian y significan, ¡cómo si fuese lo más normal del mundo! Sin embargo, basta detenerse un momento y repetirlas pensando lo que decimos, para que el asombro y la conmoción nos invadan: DIOS SE HA HECHO HOMBRE.
  1. Dios se abaja para encontrar humanamente a los hombres. El Nuevo Testamento nos ofrece numerosos pasajes que nos pueden ayudar a acercarnos de manera nueva a este misterio de misericordia. Todos estos textos nos hablan de un hecho concreto: Dios ha nacido. Dios, siendo Dios, ha querido hacerse hombre para poder ser visto, oído y tocado; para poder hablar humanamente a los hombres, para ser salvador del pueblo. El misterio de la Encarnación expresa, por tanto, un amor tan sobreabundante que no teme hacerse en todo igual al amado, menos en el pecado.

  2. Dios, para manifestarnos su amor, cuenta con nosotros. La sobreabundancia del amor de Dios se manifiesta de manera particular en el hecho de que nos llama a colaborar con Él. Dios se ha hecho hombre a través del sí de María Virgen. El amor no impone. Quien ama invita al amado a responder, espera su sí como el don más precioso. Contemplando el misterio de la Encarnación, podemos reconocer que Dios llama discretamente a nuestra puerta, pide la ayuda de la libertad del hombre para poder entregarse a él y amarle. Dios solicitala colaboración de su criatura en la obra de la salvación. Por ello contemplando el misterio de la Encarnación a través del sí de la Virgen, podemos aprender la verdad y el valor de la libertad. La libertad es, ante todo, la capacidad de decir sí, de adherirse al designio de amor de Dios.

  3. La "humanidad" de Dios. Ya hemos dicho que Dios ha querido responder humanamente al hombre. Esto significa que el camino que Él ha elegido, el lenguaje que ha preferido, ha sido el camino y el lenguaje de los hombres: Dios habla con palabra humana. Por eso, desde que Dios se ha hecho hombre, para conocerle y amarle, para verle, oírle y tocarle la vía que se nos ofrece es el hombre. Concretamente este hombre: Jesús de Nazaret. Y en Él todo lo humano.La Iglesia no deja de recordárnoslo cuando afirma que nada humano nos es ajeno: «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. La Iglesia se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia» (Gaudium et spes 1).

3. Encontrarse con JesúsDios se hace hombre y nace en Belén.

Los prodigios de la noche de Navidad se sumergieron en la normalidad de la vida cotidiana de la familia de Nazaret. Y lo hicieron durante treinta años. Creciendo, Jesús se dio a conocer. Dios hecho hombre salió al encuentro de los hombres: concretamente, en la historia de los hombres, en medio de sus faenas cotidianas.

Jesús sale a nuestro encuentro sin que nosotros lo merezcamos. Más aún: la razón por la que sale a nuestro encuentro es que necesitamos ser salvados. Jesús sale a nuestro encuentro porque viene a buscarnos, a nosotros que estábamos perdidos, y se dirige a nosotros pronunciando nuestro nombre. La conmoción del corazón de Zaqueo al oír su nombre (Lc 19, 1-10). es la misma que la de san Pablo cuando dice: Cristo «me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gal 2, 20). El encuentro gratuito con Jesús llena el corazón de Zaqueo de alegría: es el signo de la presencia de Dios en la vida. Esa alegría que nace de la conciencia de ser amado, y amado hasta el punto de que nuestro pecado es redimido y abrazado, sumergido en un océano de misericordia. El encuentro con Jesús, que es un encuentro de salvación, pone siempre al hombre ante la decisión de seguirle, de cambiar, de convertirse. De nuevo nuestra libertad vuelve a ser protagonista, de nuevo el amor llama a la libertad del hombre a colaborar con él.
Pero el encuentro con Jesús es el inicio de un camino. Miles de personas le encontraron. Algunos empezaron a seguirle. A unos pocos les invitó a convivir con Él más estrechamente. En el camino de seguimiento de Jesús, la libertad de los discípulos - ¡y hoy la nuestra! - se ponía en juego día a día. Fue un camino en el que compartieron la humanidad de Dios. Y en ese camino, poco a poco, creció el conocimiento y el amor por Jesús.

viernes, 4 de febrero de 2011

EL MILAGRO RUBIO (y el moreno, y el de la nieve, y el de los salones parroquiales…)

El sábado pasado un grupo de padres, niños y catequistas de confirmación nos fuimos de convivencia a la Aguilera, a conocer el convento que más está dando que hablar (para bien o para mal) en los últimos meses.
Con puntualidad británica (insólito en la parroquia) y con el GPS mareado, llegamos al pueblo burgalés, y allí, cantando, nos recibieron las monjitas (¿100? ¿120? no sabría decirlo…) en un enorme locutorio con gradas. Casi todas eran muy jóvenes, rubias, morenas, delgadas, menos delgadas… Todas con un hábito de tela vaquera y una sonrisa en los labios. Antes eran clarisas, pero hace unos meses el Vaticano aprobó el nuevo instituto Iesu Communio, dando respuesta al nuevo carisma que el Espíritu estaba suscitando (diferente al de las clarisas, os lo aseguro).

Pasamos la mañana con ellas, haciéndoles preguntas y escuchando sus testimonios acerca de lo que Dios había hecho en sus vidas. Antes de irnos, pasamos a la capilla para tener un ratito de oración en torno a la Virgen, donde pudimos poner nuestras vidas en su regazo de madre.

Después de celebrar misa en la parroquia de la Aguilera y de hacer alguna foto de grupo, nos fuimos a comer a unos salones parroquiales que generosamente nos dejaron en Aranda de Duero. En la sobremesa no faltó el partidillo de fútbol y el café en un bar cercano, antes de poner rumbo de nuevo a Valdemoro.
Así contado, no parece nada del otro mundo, pero a mí aquel día se me plantearon algunas dudas.

¿Cómo puede ser posible que se llene un autobús avisando de una convivencia con tan poca antelación?

¿Por qué con la carretera nevada que se extendía ante nosotros y que nos hacía temer que fuese imposible llegar a la Aguilera, de repente cogemos la carretera secundaria (sí, sí, esa por la que no pasan los quitanieves) y, de repente, ya no hay nieve?

¿Cómo pueden juntarse en un mismo convento casi 200 jóvenes a las que Dios va a suscitar un carisma distinto al de la Orden en la que entraron?

¿Y cómo se cruza este carisma, escondido en un pueblo de Burgos, con una joven de Estados Unidos? ¿Y con una de Polonia?

¿Cómo una niña rubita con sólo 15 años puede descubrir que Dios la quiere toda para Él y para siempre (que se dice pronto)?

¿Qué tiene la maternidad espiritual, que una chica a la que saco 5 años puede ser mi madre?

¿Cómo pueden personas escondidas en un convento sostener a la Iglesia?

¿Qué probabilidad hay de que vayas con tu hijo de convivencia a ver a unas monjas y descubras que una de ellas antes era compañera tuya del trabajo?

¿Por qué si te llama un cura de otra diócesis a las 11 de la mañana un domingo para pedirte usar tus salones parroquiales dentro de 4 horas, tú no dudas en dejárselos?

¿Qué tienen las convivencias de la parroquia que cuando hay que volver siempre hay alguien que dice: "¿ya nos vamos? ¿Tan pronto?" ?

Qué impresionante es cuando te fías de Dios y empiezan a pasar cosas que parecían imposibles...


“¿Aquí ha habido algún milagro?” Cuando Alex les hizo esta pregunta a las monjas en el locutorio, yo ya había visto varios.


Cris+

jueves, 3 de febrero de 2011

DIOS NOS SALE AL ENCUENTRO EN JESUCRISTO (de las catequesis preparatorias para la JMJ)

1. La paradoja de la espera

El hombre es capax Dei, y esto significa, ante todo, que es un ser en búsqueda. Pero la búsqueda del hombre posee un nombre más adecuado: es una espera. Todo hombre, independientemente de su cultura, de su raza, de sus circunstancias personales, está a la espera. Cuántas veces hemos escuchado que "la esperanza es lo último que se pierde". Y es verdad, no porque seamos ingenuos o ilusos, sino porque "estar a la espera" es lo más característico del hombre. Pero ¿qué esperamos? O mejor aún, ¿a quién esperamos?

Ya hemos visto que las dimensiones de nuestra espera nos superan por todas partes. Ante esto surge una doble tentación:

  • No somos limitados”: la tentación de negar nuestro ser limitado ha acompañado siempre el camino del hombre. El hombre no resiste en la espera de la respuesta que colme la sed infinita de su corazón, y cede a la tentación de pensar que puede darse esa respuesta por sí mismo. Esto ocurre en el Génesis, cuando Adán y Eva comen de aquel fruto para “saber”. «Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos» (Gn 3, 7). El intento fallido de darse respuesta por sí mismo conduce al hombre a la vergüenza: su límite deja de ser ocasión de apertura y espera, y se convierte en herida y condena. Ante esto, casi inevitablemente, surge la otra gran tentación
  • “No estamos abiertos al infinito”: se abre paso en la vida del hombre ese terrible enemigo que se llama "escepticismo". Esta tentación también ha acompañado a los hombres desde el inicio de la historia. Hoy este escepticismo se manifiesta en la búsqueda frenética de satisfacciones y placeres limitados que se suceden unos a otros vertiginosamente. ¡Como si la multiplicación de lo limitado pudiese tener como resultado lo infinito!

Atención: ¡el mundo no se divide en pretenciosos y escépticos! Todos somos un poco pretenciosos y un poco escépticos. Es más, normalmente pasamos a ser escépticos cuando nos damos cuenta de que nuestra pretensión no tiene fundamento, cuando nuestras fuerzas nos desilusionan, y cuando nos reponemos un poco, no es difícil que del escepticismo pasemos a la tentación del superhombre. ¡Y así pasamos el tiempo de una tentación a la otra! El problema es que decir "soy capaz por mí mismo" o, por el contrario, afirmar "no es posible", son dos formas de abandonar la espera.

2. Dios responde a la espera del hombre

Los profetas del Antiguo Testamento expresan con particular intensidad esta espera que es el hombre. Es la espera del Mesías, de la respuesta de Dios a su pueblo. Pero ¿es posible esperar? La espera se mantiene y crece porque la respuesta sale a nuestro encuentro. Es una respuesta que no viene de nosotros, que no es limitada como nosotros, porque tiene las dimensiones de lo infinito. No es una respuesta que me ofrece simplemente otro hombre, radicalmente sediento como yo. No es simplemente la ayuda de un "genio humano", capaz de expresar mejor que yo cuanto vive en mi corazón sediento. Es una respuesta capaz de responder a mi sed de infinito porque proviene del infinito mismo que sale a mi encuentro.



Dios no abandona al hombre a la pretensión de dar respuesta por sí mismo a la sed que lo constituye o a una desesperación escéptica, sino que inicia con los hombres una historia de salvación. Y así estableció la alianza con Noé y, sobre todo, eligió a Abraham, padre de todos los creyentes, del que nacerá el pueblo de la promesa. La historia de salvación que Dios obra con su pueblo encuentra en la liberación de Egipto (la Pascua) y en la alianza del Sinaí su momento culminante. Dios ha respondido y lo ha hecho con sobreabundancia y al alcance del hombre: el pueblo de Israel ha podido comprobar en su propia carne que Dios salva. Y sin embargo, la infidelidad (o como presunción o como escepticismo: ¡de nuevo las dos tentaciones contra la espera del hombre!) se abre paso en la vida del pueblo. Pero Dios no cede ante la fragilidad de su pueblo…

3. Jesucristo: la respuesta de Dios al hombre

Dios no cesa de responder, y lo hace cada vez con mayor misericordia y sobreabundancia. Y ha querido llevar a plenitud su designio histórico de salvación: «al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva» (Gal 4, 4-5).Dios envió a su Hijo: esta es la respuesta de Dios a la espera del hombre. Aunque podamos tener muchas imágenes o ideas de lo que es el cristianismo y la fe, lo cierto es que, sintetizando al máximo, el cristianismo dice de sí mismo esto: Dios envío a su Hijo. Todo lo demás está en función de este hecho que constituye el centro y el fundamento de la historia. Es importante que comparemos la idea que tenemos de la fe, con este anuncio, sencillo y radical al mismo tiempo. Radical porque si Dios ha enviado su Hijo, entonces mi sed de infinito puede encontrar quién la sacie. Sencillo porque se trata simplemente de encontrar, o mejor, de ser encontrado por Aquel que Dios ha enviado.

Enviando a su Hijo, Dios ha querido responder personalmente a nuestra espera. El Hijo no es un simple enviado, no es un mero profeta. El Hijo es, como recitamos en el credo cada domingo, «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre». Esto significa que el Hijo puede responder a nuestra espera: es el Infinito que sale al encuentro de nuestro corazón que desea todo. A la sed del hombre podía responder sólo Dios, y lo ha hecho personalmente. Jesucristo es Dios que responde humanamente al hombre.

Los Evangelios testimonian continuamente como en la vida, en la humanidad de Jesús, se hace presente Dios mismo respondiendo a la espera del hombre. Este es el camino que la Trinidad ha querido recorrer para salir al encuentro del hombre: se llama Encarnación. Haciéndose hombre para encontrar a los hombres como un amigo encuentra a otro amigo, Dios ha revelado hasta el fondo el rostro del hombre.

Si el cristianismo es Dios que envió a su Hijo, si Jesucristo es la respuesta que Dios ha ofrecido humanamente a la espera del hombre, entonces "la cuestión fundamental" de la vida es encontrarse con Él.