Por la mañana, estuvimos en uno de los locutorios de su nuevo y rehabilitado convento, hablando con tres monjas, muy simpáticas, que nos dieron a conocer no sólo la palabra de Dios más viva que nunca, sino también, su ejemplo de vida, alegría, pasión por vivir, en resumen, que su vida es Cristo y nos invitan a que sea la nuestra también.
Por la tarde, tuvimos el privilegio de ver la toma de hábito de una chica, Toñi, de 20 años. En la
toma de hábito, casi al final de la Eucaristía, se llevaron a la chica para vestirla con el hábito, pero
sin la toca y, al acabar, dan la opción de pasar a rezarle a la “Virgen Pastora”, un momento
individual y muy especial. Es aquí donde cada uno pone su vida delante de la Virgen, postrado ante sus rodillas.
Una vez terminada la Eucaristía, estuvimos en otro locutorio, muy peculiar, muy grande y con
forma circular: todas las monjas estaban a un lado, y las personas que las acompañábamos ese día, al otro. Allí estuvimos hablando con ellas, haciendo preguntas, contando sus vocaciones. También ahí mostraban su alegría, nos regalaron algunos cantos e incluso, unas sevillanas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinAWDQ2hjZ_dzqh-e5IcGXU9JHDtGCQXE9A4JD-q40lCpO6ZHJU3hKEavF2YE7UWeNgib_XYaOrWG4ExRT6BJ-lthUffHtj-tPn5acwlW2ZlvvRzyO0vWYKw-DT88bZHIBGu3R3Pd_Hsk/s320/MOnjas-Iesu-habito2.jpg)
Como las monjas están abiertas a la conversación, nos quedamos hablando un rato con unas
monjas, y luego nos volvimos todos llenos de euforia, alegría, rezando el rosario en el camino de
vuelta y cantando canciones, compartiendo nuestras propias experiencias del día y también,
hablando sin decir nada, pues en nuestros corazones estaba Jesucristo y lo único que podíamos
hacer era mostrar nuestra sonrisa de oreja a oreja.
Para terminar el día, nos fuimos a cenar todos juntos y a comentar el día tan completo y
maravilloso que habíamos vivido.
Grupo de los jueves
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